Paseas relajadamente por la playa, admiras el paisaje, recoges las piedras que te inspiran y con suerte, sintiéndote súper afortunado… aparecen ellas.
Son las piedras de vidrio…
Tal y como explica National Geographic, los buscadores de cristales marinos, tienen una especie de código de conducta, según el cual, si encuentras un trozo de vidrio que todavía presenta aristas debes volver a dejarlo donde estaba para que el mar acabe su trabajo. Algo así como sucede (o debería suceder) con los pescadores cuando se topan con un pez pequeño
Los vidrios de mar son simplemente eso, vidrios.
Fragmentos incompletos de vidrio que han sido erosionados en el mar por el efecto de las olas en contacto con rocas, arena y piedras.
El resultado son piezas de diferentes colores con las aristas redondeadas y habitualmente de aspecto mate. El vidrio necesita de bastante tiempo para tornarse así, se calcula que el tiempo medio es de 20 años aunque podemos encontrar piezas mucho más antiguas. La edad de la pieza no siempre es algo fácil de averiguar. La forma, el color y el acabado que presenta, acaba marcando la denominada, calidad del vidrio. Sus aplicaciones suelen ser en joyería, coleccionismo y en piezas de decoración.
Se trata de unos objetos en claro declive, puesto que actualmente el proceso de reciclaje al que el vidrio es sometido, la limpieza de playas, la calidad de las aguas de los ríos al confluir en el mar y las mejores depuraciones de las aguas residuales, cuyas canalizaciones que van al mar, hacen que cada vez se viertan menos objetos de cristal en el 0céano. Agradecidos estamos por ello, sin duda… por eso, dar a día de hoy con esas piezas, es un privilegio.
Todo el que haya ido alguna vez a la playa se habrá sentido tentado por estas piedras preciosas. Gemas verdes, traslúcidas, que parecen proceder del cofre de algún pirata.
Y es que Richard LaMotte, autor del libro Pure Sea Glass y poseedor de una colección de más 3.000 piezas, asegura que el mar tarda alrededor de diez años en pulir y redondear las aristas de un vidrio y entre 20 y 30 años, en dejarlo completamente liso.
También es frecuente encontrar otro tipo de piedras preciosas, surgidas de botellas de vidrio de otros colores. Las de color blanco, que alguna vez fueron transparentes, son las más abundantes. Y las rojas (rubíes) y anaranjadas, las más raras. Los orígenes de estas, pueden ser tan diversos como botellas, canicas, lámparas, vidrio común, faros de un coche y demás.
Un ejemplo por su espectacularidad, se sitúa en California (Estados Unidos), la playa de vidrio de Mendocino. Situada en la localidad de Fort Bragg, tiene esta curiosa composición porque desde 1949 hasta 1967, fue un vertedero público. Desde entonces el mar ha ido llevándose los residuos, excepto el vidrio. Este ha sido erosionado a lo largo de los años hasta crearse la playa artificial. Es curioso cómo las malas artes humanas se han convertido en una atracción turística y en un espacio protegido.
Aquí, en España, es cuestión de pasear, respirar y observar, están ahí. Resulta apasionante dar con ellas e intentar darles un nuevo destino inspirador… para nosotros, pasan a ser poesías en piedra, láminas de «objetos de deseo».