Que no tengas que aguantar, todo lo que tu cuerpo puede soportar,
ha sido una de las enseñanzas del camino.
Que hasta el más cabrón llega a sonreír y consigue ser (o parecer) al menos por unos días, más feliz, también lo he aprendido en el mismo.
Sea porque corre una energía especial en el trayecto o porque de tanto andar se te oxigena el cerebro, lo que sea, te invade, te embriaga, te rodea, se respira y te sales fuera de tu mundo habitual, para aterrizar sobre ti mismo.
La sensación es de pleno contacto con la naturaleza, y si además disfrutas de trayectos en soledad, escuchas tus pensamientos y los observas, aprendes, siempre aprendes.
Un entorno donde hasta los cactus, aunque necesiten poca agua y no es de lo que vayan cortos ahí, crecen y son enormes.
Donde hay trayectos en los que parece que te hacen baos de eucalipto y respiras más profundo y sano, muy sano.
Donde el corazón se te pone a mil al subir cuestas infinitas, que acaban en vistas tan verdes, cuán océano de gamas turquesas.
Donde la humedad huele a mar.
Donde te da tiempo a reflexionar, a agradecer, a valorar, a sufrir y a concluir que con esfuerzo,
se puede seguir y conseguir, que es en parte mental.
Que tu cuerpo es capaz de aguantar casi todo, es tu mente a la que tienes que convencer.
Que puedes meditar caminando.
Que con buena materia, aunque no sepas cocinar, todo sabe más.
Que te encontrarás a gente en el camino con los que conectarás y ya no querrás soltar.
Que al llegar a Santiago de Compostela, se llora… y mucho.
Y que si eres capaz de derramarlo todo ahí, vuelves con la mochila emocional más ligera.
Retorno habiendo convivido ocho días con cinco mujeres más, poderosas y decididas.
Habiendo conocido a gente de otros lugares en ese camino, que ya quiero que formen parte del mío para siempre.
Manuel, sigue, y sigue… tu hija y tu mujer 😉
Susana, Madrid nos espera y a ti, Zaragoza te volverá a abrazar cuando vengas, aunque sea a tu ritmo, despacito pero firme.
Han sido muchas las conversaciones, muchas las reflexiones con otros peregrinos, lo que empezó siendo un grupo de seis, acabó siendo un indestructible ocho.
El norte me gusta, Santiago me gusta, es potente, profundo y variado en colores, sabores y gente. Gente amable, gente mayor y jóvenes que quisieran allí también su futuro.
Me queda mucha Galicia por conocer… gracias a Abel y al cariño con que me lo narraste, volveré para conocer las Rías Baixas y a mirar al frente desde el Faro del Ferrol y gracias a su pareja José, también perfilaré mi sueño y objetivo, de esa casa Poesia en Piedra, al detalle, todavía mejor!
Gracias a tod@s los que habéis estado tb ahí, acompañándome virtualmente en mi camino!
De lo bien que se come, hablaré otro día, porque las fotos que me han salido, son de catálogo gastronómico jejeje
El camino siempre te da, otros peregrinos que lo hicieron antes me lo habían dicho, pero lo que nunca me había imaginado, es que fuera tanto y tan variado.
Quien nos hubiera dicho chicas!
Desde la EGB, hasta donde la vida nos lleve.
A Marina, Pili, Carol, Rosa y Marga…
La paciencia es una de nuestras mejores virtudes, gracias.
Buen Camino!
Ultreia!
Y la canción banda sonora de mi viaje, AQUÍ