El junco, pajarito en junco o pareja de pajaritos en junco, está inspirado en la flexibilidad del mismo.
Cuenta una fábula, el desgraciado final ante una tormenta, del fuerte roble, frente a la supervivencia del junco, que se adapta.
Llevado a las emociones, la flexibilidad emocional es nuestra capacidad de adaptarnos, ajustarnos a los cambios y a las situaciones inesperadas. Cuando aprendemos a gestionar nuestras emociones, se refleja en nuestros pensamientos y en nuestras conductas, aumentando nuestra capacidad de ser flexibles, ante los cambios externos e imprevistos.
Una persona flexible tiene una apertura a escuchar, es capaz de tolerar las diferencias y tener una actitud positiva ante la vida. Todas y cada una de nuestras emociones tiene su importancia en nuestra ayuda interna para mostrarnos lo que estamos necesitando, pero la flexibilidad es positiva.
Nos provee de una gran herramienta para no quedar atrapados en una emoción, aunada a todos los pensamientos que van de la mano. Si nos enfadamos, solemos tener pensamientos teñidos por el enojo, en detrimento del otro o de nosotros mismos (auto-reproche), y en consecuencia reaccionamos y nos comportamos desde ese lugar.
Una persona rígida cuenta con muchas menos herramientas para los cambios y retos que la vida nos depara; comprenderse a sí mism@ y comprender a los demás se torna difícil pues suele basarse en su «mirada del mundo», en sus creencias y juicios. Todo cambio es vivido amenazante, pudiendo evitar/controlar una buena cantidad de ellos.. Quien peor lo pasa, quien más padece en última instancia, es la persona rígida, pudiendo verse afectada su salud física y en la calidad de sus relaciones personales.
Nosotros llevamos al junco como personalidad individual flexible, y la que hay que tener en las relaciones, amistades o de pareja.